El cometa ISON ha llamado la atención desde su descubrimiento. ¿Es realmente tan interesante? ¿Por qué? Leer más
ISON será visible a simple vista. ¿Dónde, cuándo y cómo observarlo? Leer más
Investigadores del IAA-CSIC estudiarán, entre otros, la composición química de ISON, su interacción con el viento solar o incluso buscarán compuestos aún no hallados en ningún cometa Leer más
Los cometas son uno de los objetos más fascinantes del Sistema Solar. Conoce más sobre su naturaleza. Leer más
Radiantes bolas de nieve
En el siglo XVI, el astrónomo danés Tycho Brahe demostró que los cometas eran objetos celestes, y no fenómenos atmosféricos de carácter funesto como se creía hasta entonces. Un siglo después, los estudios de Isaac Newton y Edmond Halley nos aportaron dos datos fundamentales: que el brillo del cometa procede en gran medida de la luz del Sol reflejada en pequeñas partículas de polvo, y que la mayoría de los cometas, como los planetas, giran alrededor del Sol y, por tanto, nos visitan periódicamente.
Bolas de nieve sucia
A finales del siglo XIX se empezó a estudiar la composición de los cometas y se descubrió que, además de polvo, los cometas contenían algunos gases. Pero la confirmación inequívoca sobre su composición y su naturaleza se hizo esperar hasta la década de los setenta del siglo pasado y, sobre todo, hasta la reciente visita del cometa Halley en 1985. Dicho cometa, nombrado así en reconocimiento al trabajo de Edmond Halley, ha sido uno de los objetos astronómicos más observados de la historia. Numerosos observatorios de todo el mundo apuntaron sus telescopios hacia él, y se utilizaron prácticamente todos los tipos de instrumentación disponibles. Además, seis sondas espaciales salieron al encuentro del Halley: dos japonesas, dos soviéticas, una europea -llamada Giotto- y otra de la NASA.